sábado, 27 de septiembre de 2014

Venecia, mi destino

Venecia. Ese era nuestro destino. Juan tenía una reunión de trabajo allí y pensó que sería buena idea que le acompañara.  Yo estaba como loca con la idea, siempre habría querido ir y por fin lo conseguiría.

El primer día estuvimos pateando por las callejuelas, cruzando canales y visitando plazas. Comimos en una pequeña terraza del Campo Santa María Formosa. Por la tarde, caminando hacia el Ponti di Rialto, al dar la vuelta a una esquina, vi los stilettos más espectaculares que había visto en mi vida. Eran de Gucci, con un estampado animal print y una tira que cruzaba el empeine.

Juan sólo me dijo:

    -  No entiendo tu pasión por los zapatos.
-         -  No son zapatos, son LOS STILETTOS.

Al día siguiente era la reunión a la Juan tenía que asistir obligatoriamente, así que yo pasaría el día sola. No pensaba, por nada del mundo, quedarme en el hotel a esperar su llegada.  Visité todo lo que pude de Venecia y subí al campanario de San Marcos, desde donde la vista es impresionante.

Había quedado con Juan en el hotel a  las ocho de la tarde, para cambiarnos de ropa e ir a cenar. Al llegar a la habitación, vi que él no estaba, pero encima de la cama había una caja de zapatos. La abrí y no lo podía creer. Eran los stilettos que habíamos visto el día anterior. Me quedé helada, eran para mí. Junto a ellos había una nota que decía: “Espero que sean de tu número. Lo nuestro ha terminado”.


Fue un viaje inolvidable.












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