Esta ruta la hicimos a mediados de noviembre, cuando ya el otoño estaba en su apogeo y muchos de los árboles habían perdido las hojas.
Es una ruta corta, de unos cuatro kilómetros, dos de ida y dos de vuelta. Partimos del puente que cruza el río Duratón entre Sebúlcor y Villaseca.
Durante el recorrido, que se hace al lado del río se visitan cuatro cuevas.
Lo primero que vemos, al otro lado del río, al abrigo de las rocas es una construcción abandonada de lo que sería una casa.
También nos topamos con chopos que están siendo cortados y nos explican que quieren poner árboles de ribera.
La
primera cueva que visitamos es la cueva del Cura. Es de tipo kárstica, de las
que se dan en macizos calcáreos. Si nos fijáramos y buscáramos encontraríamos
algún fósil.
La siguiente cueva es de la Parra, más que una cueva parece que la roca al resquebrajarse ha formado una cabaña.
Durante el recorrido nos encontramos escaramujos, boneteros, algún olmo joven, sauces y las hiedras que cubren las rocas del cortado.
La tercera cueva que visitamos es la cueva del Santero. Ahí se ve picado en la piedra una especie de banco donde posiblemente se sentaban.
El final de trayecto nos encontramos una pequeña playa de arena donde estaba la presa de la Molinilla.
De ahí emprendemos la vuelta, acompañadas por un martín pescador, inconfundible con su color azul.
Al llegar al puente lo cruzamos por debajo y visitamos la última cueva, la de los Siete Altares. Esta está cerrada con una verja y no podemos entrar, solo ver desde fuera. Es una iglesia rupestre de la época visigoda donde se aprecian en la parte de la derecha unos altares excavados en la roca. En la parte de fuera se ve algún altar y lo que parece ser la base, en la roca, de lo que pudo ser un cerramiento, posiblemente de materiales no duraderos.